Entre 1968 y 1987 se inauguran diez centrales nucleares en España, de las cuales ocho siguen activas produciendo el 21% de la energía eléctrica necesaria para nuestro consumo. La utilización de centrales nucleares es uno de los temas polémicos y controvertidos más extendidos del globo, siendo utilizado desde hace más de 20 años con un arma política de doble filo en este país.
Por un lado tenemos las masivas emisiones de CO2 provocadas por las centrales, el peligro de fugas de radiación y el almacenamiento de los residuos; y por otro lado tenemos la necesidad del abastecimiento de energía eléctrica producida por las centrales.
Existen fuentes alternativas de electricidad, como las energías renovables. Actualmente España es el segundo país de mundo con mayor cantidad de parques eólicos, siendo la cantidad de energía producida por estos de casi el doble de las producidas por las ocho centrales nucleares activas. Este dato puede llevar a la errónea conclusión de que se pueden eliminar las centrales nucleares doblando el número de parques eólicos. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la eficiencia de los aerogeneradores depende de su emplazamiento geográfico y las condiciones meteorológicas, no constantes, entre otros factores, y los puntos de alta eficiencia son limitados; así mismo, el número de aerogeneradores necesarios para sustituir la producción energética de las centrales nucleares es muy elevado, más aún si se instalan en zonas no óptimas.
El mayor problema que presenta la energía nuclear en España es de carácter político-mediático. Es imposible recibir información de los medios a favor de la energía nuclear y menos aún por parte del gobierno y de todo partido político que pretenda acceder al pueblo.
En 1979, en el estado de Pensilvania, EEUU, sucedió el accidente nuclear civil más grave hasta Chernóbil en 1986. Uno de los reactores de la central de Three Mile Island sufrió la fisión parcial de su núcleo. A partir de este momento la energía nuclear tomó un cáliz oscuro en la mente de las personas en todo el planeta.
En España, con la entrada del PSOE en el gobierno en 1983, entró en vigor la moratoria nuclear, con la que se produjo la suspensión temporal de todos los planes nucleares. Esto detuvo la construcción de otras diez centrales nucleares. Las pérdidas debidas a la paralización de los proyectos alcanzaron los 729.000 millones de pesetas. Para compensar a las compañías eléctricas por sus inversiones perdidas, en 1997 se aprobó una disposición, permitiendo cobrar a las eléctricas en el recibo de la luz un 0,02% más, con el objetivo de recuperar las inversiones de tres de las diez centrales. Este porcentaje se cobrará hasta el año 2025.
Por todo ello, desde principios de la década de los ochenta, hablar positivamente de energía nuclear significa un suicidio político, aunque eso suponga afirmar una y otra vez que se van a cerrar y desmantelar todas las centrales nucleares activas, sabiendo que no es posible llevarlo a cabo.
Ya se ha comentado la necesidad energética de conservación de las centrales, dicha conservación no es sólo necesaria, sino insuficiente. España compra energía eléctrica a Francia, que con 58 centrales nucleares produce el 78% de su consumo nacional y exporta a otros países como España, Italia, Alemania y Suiza entre otros.
Existe otro problema aún mayor si se llevase a cabo el cierre y desmantelamiento de nuestras centrales nucleares, los residuos.
En la provincia de Córdoba se encuentra en Centro Nacional de Residuos Radiactivos de Baja y Media Actividad del Cabril. En él se almacenan todos los residuos radiactivos provenientes de hospitales, industrias e investigación, cuyo período de semidesintegración de vida media es inferior a 30 años.
España carece de un centro de residuos radiactivos de alta actividad precisamente por las consecuencias políticas que implica llevar a cabo este proyecto. Los residuos radiactivos provenientes del desmantelamiento de las centrales nucleares, cómo los propios núcleos, son almacenados en piscinas refrigeradas en las propias centrales, a la espera de un emplazamiento definitivo.
En 1989 se produjo un incendió, en la zona de las turbinas, de la central Vandellós I. Tras el incidente se llevó a cabo su cierre y desmantelamiento. Debido a la falta de las infraestructuras necesarias para el almacenaje de la central, España pidió a Francia que se hiciese cargo de los residuos el tiempo necesario para la construcción de unas instalaciones apropiadas. Francia aceptó con la condición de que la retirada de los residuos debería producirse antes de 2011, bajo pago de unos 55.000 euros diarios en caso de demora.
Durante todos estos años se ha continuado con la campaña pro-cierre del resto de las centrales sin que se construya el necesario depósito de residuos. El cierre de la central de Zorita en 2006 se realizó junto con la aprobación, por parte del gobierno de un Almacén Temporal Centralizado (ATC) destinado a albergar los residuos provenientes de su desmantelamiento. A día de hoy aún no se ha comunicado el emplazamiento para el ATC, con fecha, en plan, de terminación 2009.
Podemos añadir un problema adicional, la vida útil de una central nuclear. Ésta es de 40 años máximo, en el caso de que el funcionamiento haya sido regular y no se produzcan daños previos que obliguen a un cierre anterior. Teniendo esto en cuenta, podemos ver a que la central Santa María de Garoña, inaugurada en 1970, le quedan dos años de vida útil. Por supuesto, no existe ningún plan para el almacenamiento de los residuos debido de su futuro desmantelamiento. Es necesario tener en cuenta que la central más joven tiene ya 21 años, por lo tanto, con el paso del tiempo, el problema, que es hoy muy grave, se volverá insostenible.
Nos encontramos en una situación delicada respecto al tema nuclear en España. La mayor parte de la sociedad está a favor de la eliminación de las centrales sin conocimiento de todos los efectos circundantes a dicha eliminación, a saber: incapacidad de abastecimiento energético, necesidad de importación eléctrica, almacenamiento de residuos,... la incapacidad de producción propia de energía no hace más que continuar con el empobrecimiento del país, cuándo deberíamos tender a una autosuficiencia energética. Esta tendencia es apoyada, o mejor, dirigida por las autoridades políticas que, aún conociendo todas estas consecuencias, orquestan el boicot nuclear sin dar soluciones previas ni subsanar los errores del pasado. No es más que otro ejemplo de manipulación de masas con el único objetivo de mantener el poder. Todos y cada uno de los partidos a lo largo de la historia han estado a favor del cierre de las centrales y reprochan al gobierno que apoye el cierre y no lo haga, repitiéndose el ciclo en cada cambio de gobierno. Es todo una tapadera política, una máscara ecologista para llegar al poder y mantenerlo el tiempo que se pueda hasta el momento de pasar la patata caliente al sucesor.
Por un lado tenemos las masivas emisiones de CO2 provocadas por las centrales, el peligro de fugas de radiación y el almacenamiento de los residuos; y por otro lado tenemos la necesidad del abastecimiento de energía eléctrica producida por las centrales.
Existen fuentes alternativas de electricidad, como las energías renovables. Actualmente España es el segundo país de mundo con mayor cantidad de parques eólicos, siendo la cantidad de energía producida por estos de casi el doble de las producidas por las ocho centrales nucleares activas. Este dato puede llevar a la errónea conclusión de que se pueden eliminar las centrales nucleares doblando el número de parques eólicos. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la eficiencia de los aerogeneradores depende de su emplazamiento geográfico y las condiciones meteorológicas, no constantes, entre otros factores, y los puntos de alta eficiencia son limitados; así mismo, el número de aerogeneradores necesarios para sustituir la producción energética de las centrales nucleares es muy elevado, más aún si se instalan en zonas no óptimas.
El mayor problema que presenta la energía nuclear en España es de carácter político-mediático. Es imposible recibir información de los medios a favor de la energía nuclear y menos aún por parte del gobierno y de todo partido político que pretenda acceder al pueblo.
En 1979, en el estado de Pensilvania, EEUU, sucedió el accidente nuclear civil más grave hasta Chernóbil en 1986. Uno de los reactores de la central de Three Mile Island sufrió la fisión parcial de su núcleo. A partir de este momento la energía nuclear tomó un cáliz oscuro en la mente de las personas en todo el planeta.
En España, con la entrada del PSOE en el gobierno en 1983, entró en vigor la moratoria nuclear, con la que se produjo la suspensión temporal de todos los planes nucleares. Esto detuvo la construcción de otras diez centrales nucleares. Las pérdidas debidas a la paralización de los proyectos alcanzaron los 729.000 millones de pesetas. Para compensar a las compañías eléctricas por sus inversiones perdidas, en 1997 se aprobó una disposición, permitiendo cobrar a las eléctricas en el recibo de la luz un 0,02% más, con el objetivo de recuperar las inversiones de tres de las diez centrales. Este porcentaje se cobrará hasta el año 2025.
Por todo ello, desde principios de la década de los ochenta, hablar positivamente de energía nuclear significa un suicidio político, aunque eso suponga afirmar una y otra vez que se van a cerrar y desmantelar todas las centrales nucleares activas, sabiendo que no es posible llevarlo a cabo.
Ya se ha comentado la necesidad energética de conservación de las centrales, dicha conservación no es sólo necesaria, sino insuficiente. España compra energía eléctrica a Francia, que con 58 centrales nucleares produce el 78% de su consumo nacional y exporta a otros países como España, Italia, Alemania y Suiza entre otros.
Existe otro problema aún mayor si se llevase a cabo el cierre y desmantelamiento de nuestras centrales nucleares, los residuos.
En la provincia de Córdoba se encuentra en Centro Nacional de Residuos Radiactivos de Baja y Media Actividad del Cabril. En él se almacenan todos los residuos radiactivos provenientes de hospitales, industrias e investigación, cuyo período de semidesintegración de vida media es inferior a 30 años.
España carece de un centro de residuos radiactivos de alta actividad precisamente por las consecuencias políticas que implica llevar a cabo este proyecto. Los residuos radiactivos provenientes del desmantelamiento de las centrales nucleares, cómo los propios núcleos, son almacenados en piscinas refrigeradas en las propias centrales, a la espera de un emplazamiento definitivo.
En 1989 se produjo un incendió, en la zona de las turbinas, de la central Vandellós I. Tras el incidente se llevó a cabo su cierre y desmantelamiento. Debido a la falta de las infraestructuras necesarias para el almacenaje de la central, España pidió a Francia que se hiciese cargo de los residuos el tiempo necesario para la construcción de unas instalaciones apropiadas. Francia aceptó con la condición de que la retirada de los residuos debería producirse antes de 2011, bajo pago de unos 55.000 euros diarios en caso de demora.
Durante todos estos años se ha continuado con la campaña pro-cierre del resto de las centrales sin que se construya el necesario depósito de residuos. El cierre de la central de Zorita en 2006 se realizó junto con la aprobación, por parte del gobierno de un Almacén Temporal Centralizado (ATC) destinado a albergar los residuos provenientes de su desmantelamiento. A día de hoy aún no se ha comunicado el emplazamiento para el ATC, con fecha, en plan, de terminación 2009.
Podemos añadir un problema adicional, la vida útil de una central nuclear. Ésta es de 40 años máximo, en el caso de que el funcionamiento haya sido regular y no se produzcan daños previos que obliguen a un cierre anterior. Teniendo esto en cuenta, podemos ver a que la central Santa María de Garoña, inaugurada en 1970, le quedan dos años de vida útil. Por supuesto, no existe ningún plan para el almacenamiento de los residuos debido de su futuro desmantelamiento. Es necesario tener en cuenta que la central más joven tiene ya 21 años, por lo tanto, con el paso del tiempo, el problema, que es hoy muy grave, se volverá insostenible.
Nos encontramos en una situación delicada respecto al tema nuclear en España. La mayor parte de la sociedad está a favor de la eliminación de las centrales sin conocimiento de todos los efectos circundantes a dicha eliminación, a saber: incapacidad de abastecimiento energético, necesidad de importación eléctrica, almacenamiento de residuos,... la incapacidad de producción propia de energía no hace más que continuar con el empobrecimiento del país, cuándo deberíamos tender a una autosuficiencia energética. Esta tendencia es apoyada, o mejor, dirigida por las autoridades políticas que, aún conociendo todas estas consecuencias, orquestan el boicot nuclear sin dar soluciones previas ni subsanar los errores del pasado. No es más que otro ejemplo de manipulación de masas con el único objetivo de mantener el poder. Todos y cada uno de los partidos a lo largo de la historia han estado a favor del cierre de las centrales y reprochan al gobierno que apoye el cierre y no lo haga, repitiéndose el ciclo en cada cambio de gobierno. Es todo una tapadera política, una máscara ecologista para llegar al poder y mantenerlo el tiempo que se pueda hasta el momento de pasar la patata caliente al sucesor.